viernes, 5 de junio de 2009

La Princesa

Contaban que la Princesa salía todos los días hacia su balcón para dejarse admirar por el pueblo.
Durante la mañana los rayos del sol afinaban su rostro, tal como el de su madre y a la vez lo hacían firme, como el del mismísimo Rey.
Por un momento parecía que la familia real completa se asomaba para ver el despertar de sus fieles.

Contaban, también, que la Princesa paseaba todos los días por la muralla para dejarse admirar por el pueblo.
Cuando el sol dejaba el reino sin sombras, la Princesa caminaba sobre la muralla que separaba el castillo del resto de los villanos. Escuchaba, ofrecía su ayuda y mediación a quienes se apoyasen en la pared gritando por alimento o refugio.
Por un momento el pueblo parecía importar.

Contaban que la Princesa salía todas las noches hacía su balcón para dejarse admirar por el pueblo.
Solo la ocasional luna llena se reflejaba en los ojos de la Princesa, quien solamente volvía a sus aposentos cuando la última gota de aceite se había acabado en cada lámpara de la villa.
Por un momento se veía la justicia.

Ahora cuentan que la Princesa no volvió a aparecer. Ni siquiera los vasallos que contaban de su arrogancia, ni los príncipes que veían su bondad, ni el pueblo que veía que saciaba sus falencias, volvieron a saber de aquella noble que, por un momento, pensaron que era real.

2 comentarios:

  1. Entonces, que veia la gente?

    Lo que quería? Lo que anhelaba?

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  2. Así es. Desde siempre la gente ve, siente y escucha lo que quiere, lo que necesita.

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