miércoles, 16 de septiembre de 2009

Otro Sueño

A diferencia de otros, no hace falta que mi subconciente esté bajo la influencia del alcohol para tener un sueño extraño. Basta un chocolate, frío y el niño de mis ojos.

A penas bajaba el sol se percibía una brisa helada; ella con solo acercarse podía cambiar el viento. Los autos pasaban a gran velocidad, nadie quería estar fuera de casa en ese momento. Se oían portazos y las ventanas se habían vuelto uno con el concreto de las casas.
Con mi familia nos refugiamos en un cuarto, todos vestidos de negro, sin movernos y en silencio. Ella aunque no podía ver, si sentía y olía la mirada de terror que provocaba en su víctima. De pronto, sentí la brisa demasiado cerca, un impregnate olor a humedad llegó desde el frente de la casa y recordé que había dejado mi ventana abierta. Sintiendo el miedo de mi familia (y dando fé de la estupidez de correr hacia el lado de la muerte no solo ocurre en las películas) llegué hasta mi cuarto.
Ahí estaba ella. Su cabeza de dragón negro estaba dentro olisqueando algo que comer. Sus escamas raspaban los vidrios y la pintura que rodeaba la ventana. Me reflejé en sus ojos rojos tal como en un espejo completo. Aun a contraluz pude ver mi reflejo casi en un espejo de cuerpo entero. Iba a ser asesinada por una dragón.
Corrí por el pasillo, desviándola de mi familia. Sentía su aliento cálido y húmedo que llenaba por completo mis pulmones sin dejarme respirar.
Al amanecer todo se había calmado. Estaba recostada en una pieza del fondo, afortunadamente intacta. En eso, mi novio me habló por teléfono. Le preocupaba que todas las noches mi ciudad fuera azotada por una criatura que se solía decir mitológica, pero era tan real como ver un perro en la calle.
Ya desde una oficina en un alto edificio, veía los destrozos que había dejado ella a su paso. De reprente, todo el mundo comenzó a correr y el típico golpe de las ventanas y las capas negras se hicieron presentes. Sin poder creerlo, la dragón se había colocado frente a mi. No sé si me veía. No sé si podía oler el pavor que se apoderaba de mi al verme solo protegida por un cristal polarizado. Y tampoco sé que me habrá impulsado a atravesar el vidrio al momento que ella embestía contra el edificio para acabar conmigo. La miré directo a los ojos rojos antes de saltar sonre ellos y quedar aferrada entre las escamas de su cabeza. Emprendiendo vuelo ambas quedamos por sobre las nubes que cubrían la ciudad.
En eso, desperté.

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